El Festival de Eurovisión es, para millones de personas, mucho más que un concurso musical. Es un fenómeno cultural que ha trascendido las fronteras de Europa para convertirse en una plataforma global de diversidad, espectáculo y, sobre todo, inclusión.
A lo largo de sus casi siete décadas de historia, Eurovisión ha sido un espacio especialmente significativo para el colectivo LGTBIQ+, que ha encontrado en este evento no solo un lugar para celebrar su identidad, sino también una vía para reivindicar derechos y desafiar normas establecidas.
Desde hace décadas, Eurovisión se ha percibido como un espacio seguro para la expresión de la identidad de género, orientación y expresión sexual. En un mundo en el que muchas personas LGTBIQ+ han sufrido y sufren discriminación, rechazo o violencia, este festival ha ofrecido un refugio simbólico y emocional.
El tono del festival, que abraza lo diferente y lo excéntrico, ha sido terreno fértil para que artistas no normativos brillen. Desde drags hasta cantantes con estéticas no convencionales, Eurovisión ha dado voz y espacio a quienes muchas veces han sido marginados por la industria musical tradicional.
Desde Aguilas Diversa apostamos por la diversidad, estos espacios simbólicos son vitales para generar conversación, orgullo y unión. Es por eso que cada edición del festival es mucho más que una cita musical: es una noche para compartir, visibilizar y recordar que no estamos soles.
Ven a disfrutar de Eurovisión con nosotres
Porque sí, ver Eurovisión juntes, comentando cada actuación, votando a nuestras favoritas, riendo con los trajes imposibles o emocionándonos con ciertas letras, también es una forma de construir comunidad.
Así que ya sabes, el 17 de mayo, saca tu bandera, tu purpurina y tus ganas de cantar, y vente para el Casino de Aguilas. Porque Eurovisión es también nuestro espacio, nuestra fiesta y nuestra voz; y en Águilas Diversa, siempre tendrás con quién compartirla.
Nacimiento de iconos
Eurovisión no solo ha sido una fiesta para el público LGTBIQ+, también ha alzado en el escenario a auténticos iconos del colectivo. Uno de los casos más emblemáticos es el de Conchita Wurst, quien representó a Austria en 2014 y ganó el festival con su poderosa canción “Rise Like a Phoenix”. Su imagen de mujer con barba fue un símbolo de ruptura y visibilidad: un acto de valentía que llevó el debate sobre género e identidad.
También hay que destacar a Dana International, la artista israelí trans que ganó en 1998 con "Diva". Su victoria no solo fue histórica, sino profundamente política. En un contexto en el que los derechos de las personas trans aún eran un tabú en muchos países, Dana rompió moldes y puso sobre la mesa la necesidad de hablar de identidad de género en espacios internacionales.
También destacamos a Bilal Hassani, una cantante no binarie y de origen marroquí que representó a Francia con "Roi" en 2019. Es una figura clave para la juventud queer en Europa, y combina música con activismo por la diversidad y los derechos LGTBIQ+.
También en 2019, Hatari, banda queer-feminista de estilo industrial punk, con estética BDSM y discursos anticapitalistas. Con su canción "Hatrið mun sigra", dieron un toque político y provocador al festival representando a Islandia.
Recordamos también a Saara Aalto (Finlandia, 2018). Artista abiertamente lesbiana, conocida por su participación en The X Factor UK. Representó a Finlandia con "Monsters", una canción con mensaje de empoderamiento queer. Y al reciente ganador Nemo Mettler, artista suize de 24 años, hizo historia al ganar Eurovisión 2024 con la canción "The Code", convirtiéndose en la primera persona abiertamente no binaria en lograr este triunfo .
Sin olvidarnos de artistas aliades que se han subido al escenario para seguir reivindicando nuestros derechos y libertades.
Pastora Soler (España, 2012)
Con su interpretación impecable de "Quédate conmigo", Pastora se ganó el cariño eterno del público y del colectivo LGTBIQ+. Su cercanía, apoyo abierto a la diversidad y su conexión emocional con el público la han convertido en una fuerte e importante aliada.
Loreen (Suecia, 2012 y 2023)
Ganadora en dos ocasiones ("Euphoria" y "Tattoo"), Loreen no solo ha sido una diva eurovisiva, sino también una defensora de los derechos humanos, y especialmente de los derechos LGTBIQ+. Su estética, fuerza escénica y conexión emocional con el público la han consolidado como icono queer.
Activismo en Eurovisión
Aunque oficialmente Eurovisión evita pronunciarse sobre temas políticos, es imposible separar al festival de su impacto en la lucha por los derechos LGTBIQ+. La visibilidad que ofrece su escenario tiene consecuencias reales: cuando un artista abiertamente queer actúa frente a una audiencia de millones de personas, está enviando un mensaje poderoso, especialmente para quienes viven en contextos donde ser LGTBIQ+ sigue siendo motivo de criminalización o violencia.
En algunos casos, estas actuaciones han generado reacciones negativas o incluso censura. Sin embargo, estos momentos también han servido para generar conversación, para visibilizar realidades ignoradas y para recordar que la diversidad es también una forma de resistencia.
Eurovisión ha logrado, sin proponérselo directamente, convertirse en una herramienta de activismo cultural, donde lo queer tiene cabida, visibilidad y poder. En tiempos de retrocesos políticos y discursos de odio, ese valor simbólico es más necesario que nunca.